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La idea de que a los jóvenes no les interesa la política está equivocada

Jorge Benedicto, catedrático de Sociología de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), ha preguntado a cerca de un centenar de jóvenes de entre 16 y 29 años sobre los significados que la política tiene para ellos
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Martes 18 de marzo de 2014 | UNED
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A la luz de su investigación, parece que la idea de que a la juventud no le interesa la política es demasiado simplista, ¿no es así?

En efecto, la conclusión más evidente es que la tesis de la apatía política de los jóvenes es una simplificación de una realidad mucho más compleja. Incluso podríamos decir que esa idea de que a los jóvenes no les interesa la política está equivocada. Lo que no les interesa a muchos jóvenes es el tipo de política institucional en el que los adultos queremos que se integren, lo cuál no implica que no estén preocupados por la marcha de la sociedad en la que viven. De todas formas, tampoco hay que olvidar que los jóvenes son un colectivo muy heterogéneo, que los significados políticos han perdido mucha de su significación simbólica y que vivimos en sociedades donde proliferan los incentivos para que los individuos solo se preocupen de lo que ocurre en su esfera más cercana y personal.
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El movimiento 15M puso de manifiesto que a los jóvenes sí les interesa la política. Imagen: Petra Aurora (CC BY-NC 2.0)
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¿Qué papel tienen los medios de comunicación y las redes sociales en la relación política-juventud?

Hoy en día no se puede entender nada de lo que tiene que ver con la política sin referirse a los medios de comunicación. Por tanto, en la relación política-juventud los medios son un actor fundamental. No obstante, para entender bien la posición de los medios de comunicación, hay que pensar sobre todo en el uso que hoy los jóvenes hacen de los mismos. Medios tradicionales como la prensa escrita han perdido presencia entre el colectivo juvenil, mientras que los nuevos medios electrónicos, las redes sociales o las comunidades virtuales constituyen un elemento fundamental en la formación de los significados políticos y en el propio activismo juvenil.

¿Qué fue lo más sorprendente de las entrevistas que realizó?

Tanto en los grupos como en las entrevistas individuales lo más sorprendente fue la capacidad de muchos jóvenes para combinar significados de varios mundos políticos sin ningún esfuerzo y sin que les preocuparan las aparentes contradicciones en las que incurrían. Como explico en mi artículo me encontré con jóvenes que utilizaban un discurso de rechazo e incluso desprecio de la política y, al mismo tiempo, relataban episodios personales de activismo e incluso compromiso cívico, o jóvenes militantes en partidos políticos que, contrariamente a lo que cabría esperar, se mostraban desconfiados y críticos con la actividad político institucional. Encontré muchos ejemplos de cómo los jóvenes mezclan interpretaciones, representaciones o vocabularios políticos, aparentemente contradictorios, en función de sus experiencias y necesidades.

El artículo no analiza si la corrupción política está relacionada con la desafección, ¿o sí?

Efectivamente, el tema de la corrupción no le analicé directamente en mi investigación, aunque sí estuvo presente en la mayoría de los discursos de los participantes. Aunque no lo analizara, es evidente que corrupción y desafección están íntimamente relacionadas y, lo que aún es más grave desde un punto de vista democrático, conforme aumenta la percepción de corrupción se incrementa la sensación de crisis institucional, de deslegitimación.

¿No se ha producido un deterioro general de la relación entre sociedad y clase política?

Así es. Muchos de los problemas y de las críticas que expresan de forma explícita los jóvenes son problemas y críticas que afectan a toda la sociedad. En las últimas décadas estamos asistiendo a un deterioro profundo de las relaciones ciudadano-sistema político que se concretan en una creciente desconfianza hacia los principales actores institucionales como son los partidos y los políticos. Esta tendencia está presente en todos los grupos de edad, aunque en algunos adopte perfiles más notorios, como puede ser entre los jóvenes que están en pleno proceso de integración sociopolítica.

¿Qué haría falta para que a la juventud le interese la política?

A la mayoría de los jóvenes les interesan las cosas que pasan a su alrededor, se preocupan por la marcha de las cuestiones colectivas y mediante procesos de ensayo y error, tratan de convertirse en miembros plenos de su comunidad, es decir, en ciudadanos. Ahora bien, lo que tendríamos que plantearnos es el tipo de política que los adultos ofrecemos a los jóvenes: un tipo de política donde sus problemas y preocupaciones no están presentes, donde no les reconocemos el status de interlocutores legítimos, donde no les dejamos intervenir activamente a no ser que sigan el guión pautado… En otras palabras, mientras entre todos no construyamos un espacio público en el que los jóvenes puedan llegar a ser protagonistas, junto a las otras generaciones, no podemos extrañarnos de que no se sientan interpelados por la política existente.

¿Es posible que esta desafección esté relacionada con que ‘no hace falta’ una lucha por los derechos como hace décadas, y se ha transformado en pasotismo?

No creo que ésta sea una variable importante para explicar el rechazo y la distancia que manifiestan los jóvenes respecto a la política institucional de corte partidista. Esta impresión de que los derechos son algo consustancial al sistema democrático y la consiguiente pérdida de la memoria de su conquista no solo ha afectado a los jóvenes sino a toda la sociedad en su conjunto, lo que ha provocado, en mi opinión, no tanto pasotismo como un tipo de democracia más bien de baja calidad. De todas formas, hay que reconocer que en los últimos años, ante las amenazas reales que se ciernen sobre estos derechos, hemos asistido a movimientos de reivindicación en los que los jóvenes han estado presentes y han adoptado un papel protagonista.
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